Macario Schettino
El Universal
Jueves 20 de noviembre de 2008
La Revolución Mexicana no es un hecho histórico, es una construcción cultural. Es una interpretación interesada de los eventos ocurridos a la salida de Porfirio Díaz, creada por los ganadores de la serie de guerras civiles que le siguieron, para dotarse de una legitimidad que de otra manera simplemente nunca hubieran tenido.
La construcción del mito de la Revolución debe mucho a Lázaro Cárdenas, sin duda, como también debe a los muralistas, pero ha sido sobre todo un producto del sistema educativo nacional, el mismo que nos mantiene lejos de los países desarrollados y en el fondo de las evaluaciones internacionales. Poco aprendemos en la escuela, y de ese poco, la mayoría resulta ser un conjunto de mitos que tenían como objetivo sostener a un régimen autoritario con la menor violencia posible.
(...)El mito de la Revolución no ha muerto. Millones de mexicanos siguen creyendo en él, sin darse cuenta de que la pobreza en que viven es resultado del régimen autoritario que inventó ese mito para mantenerlos engañados. El mito ha sido tan poderoso, que no hay forma de renovar a México sin enfrentarlo. No hay manera de construir un México democrático, competitivo y justo sin destruir ese pensamiento anacrónico y colonial que subyace a ese invento llamado Revolución Mexicana. Hay que entenderlo pronto.
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